Cuando hablamos de llevar una vida saludable, solemos relacionarlo con seguir una buena alimentación, hacer deporte y no beber alcohol ni fumar. Pero a esas tres patas hay que añadir una cuarta: dormir bien. Las personas nos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, y ese descanso tiene mucha influencia en nuestro rendimiento diario, de ahí que cuidar este aspecto sea tan importante.

Una primera recomendación es dormir entre 7 y 8 horas diarias. Y tan importante como dormir lo suficiente es que ese descanso sea de calidad y reparador. Para cuidar del sueño, el primer paso es mantener unos buenos hábitos antes de acostarse. Es otra recomendación de Rubén Landa, director médico de Vivaz, la marca de seguros de salud de Línea Directa Aseguradora.

Entre esos buenos hábitos se incluyen, según el Dr. Landa, llevar una vida activa, evitar ciertos alimentos antes de dormir y disponer de un entorno tranquilo y acondicionado. También se debe evitar siestas prolongadas y el consumo de alcohol y estimulantes como café y nicotina. Todo esto va a afectar a la calidad de nuestro descanso.

¿Hay alimentos que favorecen al sueño? Sí, aquellos que son fuente de Vitamina B como pescados, frutos secos y legumbres, los ricos en triptófano como huevos, soja y lácteos y verduras y hortalizas ricas en calcio como la col rizada. El yogur, las cerezas, los plátanos y la piña son los postres ideales para tomar antes de irse a la cama.

Por otro lado, si hemos pasado una mala noche, tomar bebidas con cafeína o fármacos con estimulantes es pan para hoy y hambre para mañana.

Dormir poco o mal tiene graves consecuencias. Afecta a nuestra concentración, lo que, por ejemplo, eleva las probabilidades de sufrir un accidente de tráfico en caso de conducir sin descansar lo suficiente. Además, dormir mal baja nuestro rendimiento, haciendo que seamos menos productivos en cualquier actividad, ya sea laboral o de ocio. Además, con el tiempo, un mal descanso puede provocar estados de irritabilidad, ansiedad y apatía, y contribuir al desarrollo de patologías como hipertensión, obesidad, Alzheimer y determinadas infecciones.

Un sueño reparador, en cambio, hará que aumente nuestra energía, mejor nuestra capacidad de atención, creatividad y memoria y se incremente nuestro rendimiento, redundando en una mejor calidad de vida y estado de salud.